Me había olvidado de subir la última actualización de Fauna Mongola al blog. Y lo hago justo a tiempo, porque mañana quiero subir un post nuevo, que, adelanto la primicia, se llamará "Benditos museos" (siempre y cuando no cambie de opinión al levantarme, vamos, que todo puede ser).
Una cosa que siempre me ha llamado la atención es ese juego maravilloso de crear expectativas irreales a la hora de buscar pareja. Las mujeres lo hacen, los hombres lo hacemos. Pero la que creo que es la treta más cachonda y sofisticada de todas es esta, porque juega directamente con la mente retorcida que tenemos la mayoría de los varones. En serio os digo que hay un buen puñado de chicas especializadas en dejar caer en medio de una conversación su posible interés en personas de su mismo género. Ya está. Nada más. Todo el resto de la historia se gesta en la mente del chico, señor o caballero que asocia los términos bisexualidad, promiscuidad y disponibilidad y que hará lo posible por descubrir qué hay de cierto en la afirmación. En el caso de ser verdad, un apunte: Que a alguien le gusten las gambas y además le guste el chocolate no va a hacer que por ti se coma unas gambas con chocolate. No necesariamente.
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