Cuando Labrador, de Gandía Shore, dejó de verse como un "mindundi" en el espejo de su casa, y cogíó confianza suficiente como para sacar chasis a la calle, se tatuó en su antebrazo "Mi vida es un sueño". El tatuaje no es que fuera muy bonito, pero como el mejor arte conceptual, actúa de reclamo misterioso y recompensa con historias al ser interrogado. Es un templo erigido al momento con más significado de su vida, al que acude para encontrarse y reconocerse, y a la vez un escaparate a lo que hay detrás de sus músculos. La tinta de su brazo es su mejor estado de Tuenti.
Me encantan las historias que hay detrás de un tatuaje. No quedan muchas cosas en este mundo de postal cuya belleza esté más allá de su apariencia. Hace un par de meses, Maria Louise Del Rosario se hizo famosa a nivel mundial por tatuarse el nombre de su novio alrededor del ojete. Era la segunda vez que lo hacía, tras debutar con el nombre de su anterior pareja, Vince. Al parecer, su actual novio no se podía quitar de la cabeza al tal Vince cada vez que su chica apoyaba los codos desnuda en la cama. Esta decidió gratificarle con el mismo honor con el que había honrado a su ex. Las dos inscripciones fueron fruto de un arranque de amor. Regalos desinteresados. Para ella era una acción llena de significado, supongo que como el sueño de Labrador. Ignoro lo que Maria Louise quería decir, pero seguro que era bello. Seguro que en sus ojos era el regalo más bonito que podía hacerles, y hacerse ella misma. No importa el sentido que esta acción cobre en mis ojos, los vuestros o los de un psicólogo o un semiólogo. Porque, como decía antes, el tatuaje es uno de los pocos lenguajes contemporáneos que resisten un visionado subjetivo. Es el alma que habla.
El culo de Maria Louise no fue el primero en ser tatuado, ni mucho menos. Ella carda la lana porque documentó el proceso en Youtube, y el video se volvió viral. He visto las fotos, así como las de otros anos decorados, y a pesar de lo que muchos opinen el resultado no es en absoluto escandaloso. Los tatuajes siempre tapan la desnudez. Camuflan, qué sé yo. Abres tu alma cerca del fistro y el fistro ya no se ve. Es absorbido por la tinta que lo rodea. El único dibujo que consigue hacerte parecer más desnudo son las tanlines.
Yo no tengo tatuajes porque nunca he sido capaz de imaginar algo que me defina de por vida. Nunca me he decidido por nada. Hoy soy así, mañana soy asá. Soy un tipo de calcamonías. De esos que fantasean todo el día con empezar de cero. Resetear, y empezar desnudo, otra vez. Un irresponsable, vamos. Dave Mustaine, de Megadeth, decía que él no se tatuaba, que eso era como ponerle pegatinas a un Ferrari. Por mucho que me encanten estas bravuconadas yo no pienso así. Hoy en día, tu cuerpo es el muro de tu propia red social. Un tatuaje sería algo así como un estado, siempre visible, como la biografía de Facebook que no puedes ocultar. Recuerdo cuando tatuarse conllevaba un elemento inconsciente, peligroso. Los tatuajes en España eran generalmente horribles, carcelarios, borrosos, que sin decir nada, decían mucho de uno mismo. Un gnomo con turulo en la nariz, un hada sentada en una seta, un corazón tembloroso... eran una bofetada a la estética dominante y a la sociedad. Esos tiempos han pasado. Ahora, esos dibujos en la piel son bonitas historias, decisiones o recordatorios. Pero no hay nada nuevo bajo el sol. Hace poco descubrieron la momia de una princesa siberiana de hace 2.500 años. Llevaba el cuerpo tatuado con un estilo increíblemente similar al actual. Según los expertos, sus tatuajes servían para dar vida a sus sentimientos y pensamientos. En sus hombros, espalda y brazos, unicornios y seres mitológicos. Tal vez algún amante la había hecho sentir un animal salvaje. Tal vez, como Labrador, pensaba que su vida era un sueño. Que los dibujos en la piel de una persona que lleva dos milenios muerta nos puedan hacer soñar con su vida invalida cualquier cosa mala que pueda querer decir alguna vez sobre los tatuajes. Incluido eso de la edad, los escotes y las arrugas.
Originalmente escrito e ilustrado para la revista Vanidad, octubre de 2012
Cristóbal... ¡Fantástico!
ResponderEliminarGracias!!!! :D
EliminarFantástico el dibujo y el artículo, pero yo estoy con el de Megadeth. Es pensar en tatuajes y acordarme de la Barbie pretendienta del escupefuegos en QQCCMH y su helado enorme tatuado en el hombro. ¡¡¡Mis ojoooooos!!!!
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