26 jun 2012

Desguace Hater


Me había quedado pendiente hablar aquí de la tribu más heterogénea y divertida de toda la Red: los haters. Todos somos un poco odiadores, en realidad, y es normal que nos cueste reconocerlo porque el odio es el anticlímax de la elegancia. Pero un hater no es el que comenta jocosamente y de forma ingenua el video de Loewe. El odio del hater tiene raíces profundas, como de otra época, como de moral herida. El odio del hater es gracioso y es oscuro porque es sentido y ridículo. Él se ve como Batman. Los demás lo ven como Rouco Varela.

Cuesta entender que alguien emplee todos sus medios en criticar destructivamente algo, habiendo tanto por descubrir y abarcar, y con todo al alcance de la mano. Entretenedores de primera, de segunda y de tercera tienen el derecho, y casi diría que el deber de no gustar a todo el mundo. Uno recompone esa pléyade de opciones artísticas, sociales y culturales para darse sentido a sí mismo. El odiador se da sentido a sí mismo sólo a través de mostrarse en público vomitando de su boca el objeto fetichista de su odio. Y es que, en el fondo, todo hater es un gran exhibicionista, aunque sea un exhibicionista anónimo, que requiere una dosis de atención que no encuentra fuera de su foro.
Yo, que soy medio blogger y medio hater, sé de lo que me hablo. Odiar de forma tan emocional es algo muy poco posmoderno porque deja al descubierto de forma muy evidente todos tus puntos débiles. No hay que bucear mucho por Internet para encontrar definiciones de hater que hagan referencia a la envidia o a la frustración como desencadenantes del proceso de odio. No es difícil, tampoco, inferir de ello que estamos ante algo tan español como El Toro de La Vega (imagen que me viene a la mente cada vez que, por ejemplo, topo con cualquier entrada sobre Lana de Rey en Google.)

¿Pero de dónde nace esta rabia? Al hater no le basta con saber que desprecia a alguien, sino que utilizará su tiempo y sus recursos en intentar que lo demás lo desprecien también. Tratando de profundizar en el tema, he llegado a la conclusión de que todas las justificaciones esgrimidas por los haters se reducen a un puñado. También se reducen a un puñado las interpretaciones que soy capaz de hacer de esas razones. Simplificando:
· Se ataca la poca edad/ la falta de experiencia. Sólo puede interpretarse como envidia, o rabia por un fracaso personal previo. ¿A quién demonios puede decepcionar alguien joven con poca experiencia?
· Se critica el aspecto físico. En un porcentaje altísimo de casos detrás de esta razón sólo hay machismo. ¿Alguien ha oído alguna vez hablar de la barriga de Robert Smith?
· El artista es un producto prefabricado/ no tiene talento/ ha copiado a otros. Tras este tipo de declaraciones suele haber un intento desesperado de diferenciarse de los gustos de la masa para ser aceptado por lo que se considera lo cool. Si buscas gente auténtica en cualquier ámbito cultural,la encontrarás a patadas. Mueve ficha y manténte en tu rollo.
· El artista se ha vendido/ Ya no es lo que era. Derivación de la afirmación anterior. Que algo te deje de gustar por ello es del todo normal. Pasar a gritar esto a los cuatro vientos es como ponerse gritar a los cuatro vientos que quieres ser tomado en serio.
· Es una mierda que recibe demasiada atención de los medios/ se ha follado a alguien/ a otros mejores no les han dado la oportunidad. Lo mismo de antes. A veces, también envidia. Venga ya. ¿De verdad molesta tanto la suerte del prójimo?
· Prejuicios raciales, sexuales, nacionales o políticos. Esto....

A veces pienso que no dejamos de ser niños que pintan pollas, gafas y bigotes en las fotos de los libros de texto. Que martirizan a sus San Sebastianes con flechas que enlazan textos crueles. Realmente me da igual. Sólo pido una cosa. No me hagáis ver todos vuestros libros. Visto uno, vistos todos.

Originalmente escrito e ilustrado para Vanidad, abril de 2012

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