La
mía la primera generación engañada de la posmodernidad. La
ficción, y también la ciencia, de los años 50, 60, 70 y 80 nos
habían vendido una idea de futuro que en nada se parece al mundo
actual. Ciudades
en la luna, pijamas de papel albal, esas cosas. EL FUTURO, con
mayúsculas. No lo
que está por venir, sino
un fragmento de tiempo perfectamente delimitado, una nueva era. Se
suponía que el segundo milenio sería el umbral, y la galaxia la
frontera. Seres humanos semirobóticos de emociones controladas y
ademanes manequinescos.
Mi
gozo en un pozo. Cuando llegó el momento de ser mayor, la promesa de
una utopía tecnológica había sido reemplazada por la promesa de
que todos podíamos ser celebrities,
o rock stars.
EL FUTURO era un concurso de popularidad en las nuevas redes
sociales, fotos de comida de aspecto vintage, y ropa que aparenta ser
de nuestros padres. Pero también era una afición
desmedida por crear, por descubrir y compartir. De repente, todo el
mundo quería ser DJ, fotógrafo, ilustrador, crítico musical,
escritor.
¿Y qué pasa entonces? Pues que mucha
gente se ríe. Se ríe de ellos. A veces se indignan. "Todos los
jóvenes quieren ser blogueros, diseñadores... " dicen. Lo
dicen con inquina, con desprecio. Hay chistes en facebook. Se oye en
la calle. La gente quiere jóvenes que den el callo y que les saquen
de la crisis. Pero es que, en geneal, un porcentaje muy elevado de
españoles desconfían profundamente de cualquier manifestacióna
artística o cultural. "Los músicos son unos vagos"
escriben indignados como comentario en cualquier periódico online.
Vale que no todo el mundo tiene las
mismas aptitudes, o ganas, o perseverancia como para conseguir una
voz propia y poder vivir de ello. Pero una sociedad donde muchas
personas se esfuerzan por crear o por entretener a los demás, a mí
desde luego no me parece una sociedad sin metas o sin miras al futuro
sino todo lo contrario. No me parece nada triste ni patético que
todo el mundo lo intente, y a la vez, aprenda a valorar el trabajo de
los demás. Un aspirante a músico es el primero en consumir música,
en comprar discos y asistir a conciertos. Un aspirante a escritor
descubre a otros escritores leyendo, y hace que la escena sea mayor y
más fuerte. No sé. Ojalá todo el mundo tuviera algo diferente que
decir. Sí; ojalá pudiera disfrutar de las ilustraciones de un
millón de ilustradores diferentes, ojalá un millón de fotógrafos
retrataran el Templo de Debod de un millón de formas diferentes.
Ojalá el número de músicos o Djs fuera tan elevado que pudiera
descubrir cada día una canción para levantarme alegre y olvidarme
del lío en el que la gente seria nos ha metido a todos.
Va a resultar que el futuro es un
páramo desierto repleto de artistas. Ni robots ni coches voladores.
Pues bueno. Ya que nos vamos todo a tomar por culo, que por lo menos
sea de forma bonita.
Originalmente escrito para la revista Vanidad, sept 2012