Hace no mucho hice este cartel para la fiesta Casa Jäger Valencia. Era ligeramente diferente en un principio, pero estoy bastante satisfecho con el resultado final. Tenía muchas ganas de hacer algo con una composición muy marcada y colores estridentes. Algunos de los personajes que aparecen aquí me gustan mucho, hay más de uno que llevaba diseñado desde hacía meses y estaba esperando el lugar adecuado para meterlo. Entre puerta y ventanas hay inscrita una botella de Jägermeister. ¿Es demasiado icónica y no se reconoce? Pensé que se vería a la primera, pero hay mucha gente que no la ve. Este es el tipo de errores que cometemos ilustradores/diseñadores a menudo: Pensar que el espectador va a ver el resultado con nuestros ojos, y que todo lo que hacemos es evidente. De todo se aprende!
27 jun 2012
Casa Jäger Valencia
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Cuaderno Blackie Books
Hace tres meses queno actualizo, y no porque no haya estado trabajando, sino, más bien, todo lo contrario. La razón de tanto trabajo la tiene en parte el proyecto más loco en el que me he embarcado por ahora, el CUADERNO BLACKIE BOOKS, una especie de librito de pasatiempos y ejercicios para gente adulta e inquieta. Más de 400 ilustraciones de toda índole, que me han mantenido pasándomelo como un enano los últimos meses, y evitando que me deprimiera al tanto de telediarios y periódicos, y sobre todo, aprendiendo todo tipo de datos dementes de la pluma de Daniel López Valle, el hombre que lo sabe (casi) todo. En el CUADERNO, un proyecto que ya llevaba tiempo gestándose, y que se ha ido dando forma a sí mismo a medida que iban surgiendo complicaciones o retos, hemos trabajado a destajo el mencionado Daniel López, Jan Martí, Sirag Nabih, Sergio Ibáñez y servidor.
Ya tengo el CUADERNO entre manos, huele genial, y se puede pintar encima, que es lo que más ilusión me hace de todo. Es un libro que se puede tratar mal, que es lo mejor que se le puede hacer a un libro. Hay que escribir, dibujar, colorear. Hay que apuntar, hay que unir. Se puede emborronar y se puede borrar. Se puede enguarrar. Por favor, pintad bigotes y gafas, y mierdas y pollas sobre todas mis ilustraciones, nada me haría más feliz.
Para el CUADERNO he hecho todo tipo de dibujos. Unos más de "mi estilo", donde creo que encajaba o no distraía demasiado. Después de todo, la ilustración está supeditada al ejercicio, que es el verdadero protagonista del libro. Es el que os proporcionará las horas de entretenimiento y el que hará aumentar vuestra capacidad cerebral hasta donde sólo vuestras madres sospechaban que podríais llegar. En algunos casos he utilizado un tipo de ilustración más "realista", que es la que encajaba con el tono de la historia o apartado.
Espero que si llegáis a tener el CUADERNO en vuestras manos paséis un rato tan agradable como el que he pasado yo trabajando en él. Después de todo, pasarlo bien es algo que nunca nos podrán quitar, no?
26 jun 2012
Despedidas de solter@
Se me hace imposible pensar que hay un
Dios que nos ve desde arriba, jaleando borrachos las ocurrencias de
un tipo vestido de polla gigante, y no piensa en borrarlo todo y
volver a empezar.
Las despedidas de soltero me ponen un
poco triste. Esas con penes en la cabeza, con camisetas o con
carteles de “se busca retrasado mental”. Con amigas y amigos
aplicando la mecánica de la diversión futbolera a la vida real. Me
hacen gracia, me río un rato con ello,y luego se acaba. No me
provocan indignación, ni me muero de vergüenza ajena ni nada. Pero
creo que plasman a la perfección la naturaleza del ser humano. “Si
no puedes con ello, ríete de ello.”
Las despedidas de soltero reflejan
mejor que nada la idea que la sociedad, a grandes rasgos, tiene de la
diversión y de la vida. Esa “última gran juerga”, el homenaje
al paraíso perdido de la libertad y la soltería, se condensa en
pollas y tetas, mucho ridículo y nada que nos pueda comprometer
demasiado. Cuando veo a este tipo vestido de pene gigante con sus
amigotes tocándole el culo, mi sensación de asombro se ve
contrarrestada por la certeza de que la intención inicial era pasar
la noche más loca de sus vidas. Dejar el recuerdo imborrable de una
época que se acabó, y dar rienda suelta a los últimos coletazos de
salvajismo que le queden a uno. En pocas palabras, pasar por la
vicaría sintiéndose realizado.
Hay que reconocer que el elenco de
opciones del que disponemos para ello es excepcional: De los carteles
humillantes con foto a camisetas ocurrentes, todo es poco para
nuestra explosión dionisíaca. Atributos masculinos y femeninos en
diademas, luces y neones, varitas mágicas... Los espectáculos de
striptease me parecen fascinantes, así como todo lo que responde a
esta lógica del sí pero no. Pero llega un punto en el que no sé si
se trata de celebrar el paso de un estado civil a otro, o,
simplemente, de divertirse creando el momento social más incómodo
posible. Si no, que alguien me explique los disfraces de bebé en
pañales, de marinero de raso o de plátano. No estoy seguro de que
uno siempre se lo pase mejor vestido de plátano. Y no estoy
diciendo que os tengáis que embarcar en una orgía con MDMA todos
los amigos, pero ¿cuál era el sentido de todo esto? Nos defendemos
de la vida haciendo parodias de la vida.
Me gusta mucho la gente que celebra
espontáneamente momentos, que responde a la lógica del “cualquier
ocasión es buena”, y creo que es la gente más divertida que
existe. A mí me gustaría ver gente celebrando de todo, la idea más
peregrina. Pero la sensación que me da al ver una de estas
comparsas es precisamente la contraria: cuando tienes que ritualizar
tu diversión es que no sabes divertirte. Cuando terminas por hacer
un paripé del sexo, del exceso y de la amistad, para rendirles un
homenaje, es que has pasado de puntillas por la vida en muchas
ocasiones. Ocurre en todos lados. Me siento fatal cuando veo esos
anuncios de Ashley Madison, pienso, “quién necesita una empresa
para tener una aventura?” No porque sea la cosa más fácil del
mundo, (que habrá para quién lo sea,) sino porque el servicio en sí
es deprimente: te ahorra el tener que valerte por ti mismo, el
descubrir cómo
hacer las cosas en este mundo. Moriremos sin saber nada de esta vida.
¡Pero que no se diga que no lo hemos celebrado!
Originalmente escrito e ilustrado para Vanidad, junio de 2012. Ya tenía ganas de hacer un dibujo en plan Fauna Mongola!!!
Originalmente escrito e ilustrado para Vanidad, junio de 2012. Ya tenía ganas de hacer un dibujo en plan Fauna Mongola!!!
Desguace Hater
Me había quedado pendiente hablar aquí
de la tribu más heterogénea y divertida de toda la Red: los haters.
Todos somos un poco odiadores, en realidad, y es normal que nos
cueste reconocerlo porque el odio es el anticlímax de la elegancia.
Pero un hater no es el que comenta jocosamente y de forma ingenua el
video de Loewe. El odio del hater tiene raíces profundas, como de
otra época, como de moral herida. El odio del hater es gracioso y es
oscuro porque es sentido y ridículo. Él se ve como Batman. Los
demás lo ven como Rouco Varela.
Cuesta entender que alguien emplee
todos sus medios en criticar destructivamente algo, habiendo tanto
por descubrir y abarcar, y con todo al alcance de la mano.
Entretenedores de primera, de segunda y de tercera tienen el derecho,
y casi diría que el deber de no gustar a todo el mundo. Uno
recompone esa pléyade de opciones artísticas, sociales y culturales
para darse sentido a sí mismo. El odiador se da sentido a sí mismo
sólo a través de mostrarse en público vomitando de su boca el
objeto fetichista de su odio. Y es que, en el fondo, todo hater es un
gran exhibicionista, aunque sea un exhibicionista anónimo, que
requiere una dosis de atención que no encuentra fuera de su foro.
Yo, que soy medio blogger y medio
hater, sé de lo que me hablo. Odiar de forma tan emocional es algo
muy poco posmoderno porque deja al descubierto de forma muy evidente
todos tus puntos débiles. No hay que bucear mucho por Internet para
encontrar definiciones de hater que hagan referencia a la envidia o a
la frustración como desencadenantes del proceso de odio. No es
difícil, tampoco, inferir de ello que estamos ante algo tan español
como El Toro de La Vega (imagen que me viene a la mente cada vez que,
por ejemplo, topo con cualquier entrada sobre Lana de Rey en Google.)
¿Pero de dónde nace esta rabia? Al
hater no le basta con saber que desprecia a alguien, sino que
utilizará su tiempo y sus recursos en intentar que lo demás lo
desprecien también. Tratando de profundizar en el tema, he llegado a
la conclusión de que todas las justificaciones esgrimidas por los
haters se reducen a un puñado. También se reducen a un puñado las
interpretaciones que soy capaz de hacer de esas razones.
Simplificando:
· Se ataca la poca edad/ la falta
de experiencia. Sólo puede interpretarse como envidia, o rabia
por un fracaso personal previo. ¿A quién demonios puede decepcionar
alguien joven con poca experiencia?
· Se critica el aspecto físico.
En un porcentaje altísimo de casos detrás de esta razón sólo hay
machismo. ¿Alguien ha oído alguna vez hablar de la barriga de
Robert Smith?
· El artista es un producto
prefabricado/ no tiene talento/ ha copiado a otros. Tras este
tipo de declaraciones suele haber un intento desesperado de
diferenciarse de los gustos de la masa para ser aceptado por lo que
se considera lo cool. Si buscas gente auténtica en
cualquier ámbito cultural,la encontrarás a patadas. Mueve ficha y
manténte en tu rollo.
· El artista se ha vendido/ Ya no
es lo que era. Derivación de la afirmación anterior. Que algo
te deje de gustar por ello es del todo normal. Pasar a gritar esto a
los cuatro vientos es como ponerse gritar a los cuatro vientos que
quieres ser tomado en serio.
· Es una mierda que recibe
demasiada atención de los medios/ se ha follado a alguien/ a otros
mejores no les han dado la oportunidad. Lo mismo de antes. A
veces, también envidia. Venga ya. ¿De verdad molesta tanto la
suerte del prójimo?
· Prejuicios raciales, sexuales,
nacionales o políticos.
Esto....
A veces pienso que
no dejamos de ser niños que pintan pollas, gafas y bigotes en las
fotos de los libros de texto. Que martirizan a sus San Sebastianes
con flechas que enlazan textos crueles. Realmente me da igual. Sólo
pido una cosa. No me hagáis ver todos vuestros libros. Visto uno,
vistos todos.
Originalmente escrito e ilustrado para Vanidad, abril de 2012
20 mar 2012
Qué hacemos sin Megaupload.
El otro día me puse a echar cuentas.
Habían cerrado Megaupload y todo el mundo se quejaba de no saber qué
hacer con su ocio. Yo me sentía un poco confuso: me fastidiaba
perder el tren de series y películas recientes en versión original,
al mismo tiempo maldecía la dependencia de estímulos externos. Mi
generación, yo, tú, carecemos de imaginación. Intenté consolarme
haciendo un cálculo: Estimé una hora diaria de películas o series
visualizadas en streaming como media para un joven de mi entorno. Ok,
eso hacen 365 horas al año, o lo que es lo mismo, 15 días enteros,
noche y día. Tiempo suficiente como para ponerse en forma, escribir
un blog, aprender a tocar un instrumento o dominar un programa de
ordenador que ofrezca salidas laborales o beneficios sociales, como
3D Max, After Effects o Virtual DJ.
El mes anterior había escrito, un poco
en broma, que se podía refundar la idea de hogar como forma de
esquivar la crisis. Pero me ha sorprendido muchísimo que para
algunos el concepto hogar empiece y termine en Megaupload. “Home
is where the heart is”, nos cuentan los americanos en sus películas
glosando a Plinio a carrillos llenos. Yo siempre he sido más de
pensar que “hogar es el lugar donde nos refugiamos de la realidad”.
Y para mi generación, este escondite son las series a las que uno
vuelve después de un duro día de trabajo, un duro día de juerga o
un duro día de mierda. La verdad es que no me extraña. Nos hemos
acostumbrado a coger moho delante de joyas como The Wire o Breaking
Bad. Durante un breve lapso de tiempo hemos sentido las mieles de
sentirnos parte de un mundo de entretenimiento primermundista al que
no pertenecemos por derecho. Porque, seamos sinceros, vegetar delante
de La Fuga o El Barco requiere realmente fuerza
de voluntad.
Tenemos muchísima suerte de poder
disfrutar de toda esta cantidad de entretenimiento gratuito en tiempo
real. Lo que sea, lo último en cualquier parte del mundo. Y
no hablo sólo de series de tv, que parecen ser las estrellas de rock
del segundo decenio del milenio (y que han creado un fenómeno fan
sin precedentes en la historia de las cadenas de televisión), sino
de cualquier tipo de expresión cultural susceptible de ser
encapsulada en un formato digital. La gran ventaja no es solo la
infinita oferta de productos de calidad para seleccionar a la carta,
sino que si eres una persona inquieta puedes absorber las novedades,
las tendencias, las escenas, e incorporarlas a tu trabajo/ afición/
pasatiempo. Y esto es algo tan beneficioso para ti como para los que
disfrutarán del resultado, si es que este llega a alguien. Por
supuesto, el universo Megaupload tiene su lado oscuro: los musgos,
las telarañas y los helechos que le crecen a uno cuando decide
dedicar todo su tiempo libre a dejarse enredar en sus infinitos
servidores. De hecho, Kim Dotcom (fundador de Megaupload) es algo así
como el prototipo de usuario definitivo de esta plataforma digital.
Un señor de alucinante aspecto alienado con el cuerpo moldeado a
imagen y semejanza del puff de su habitación, que transpira THC y al
que le caben 500 petabytes en cada carrillo.
Aún no siendo muy amigo de perder
tardes enteras descifrando captchas y reiniciando el router, y
mirando con desconfianza a aquellos para los que esto es el único
ritual de la vida, siento que la cultura de Megaupload ha traído
algo bueno consigo: un nuevo tipo de espectador puro, más activo,
que decide y que juzga por sí mismo. Sería perfecto si
entendiéramos que las series y películas que atesora poseen las
claves para ayudarnos a interpretar nuestras vidas. Pero dejar que
estas nos sepulten es otra cosa muy distinta. Del Gordo al
HypnoToad de Futurama hay sólo un paso.
Escrito originalmente para Vanidad, febrero de 2012
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20 feb 2012
Búnker anticrisis
Al parecer, en épocas de crisis, nos gusta invertir en bienestar, en pequeños caprichos de estética y de confort, por pequeños que sean, que nos hagan percibir que nuestra vida cambia o mejora. En momentos de vacas flacas, nos gusta volver al hogar. En realidad, algunos no tenemos otra opción. Por eso no me sorprendía lo que leía el otro día en algún periódico: Ikea había aumentado de forma significativa su facturación en nuestro país en los últimos dos años. Sus anuncios, por ejemplo, han sabido adaptarse muy bien a este retorno al nido que se ha impuesto en nuestro mundo cotidiano.
Supongo que cada vez se hace más vida en casa. Cuevana, Playstation, Facebook, Amazon o Youtube cumplen el papel que podrían cumplir hace años cines, salones de juego, bares, o calles comerciales, y las fiestas en casa de... acaban por ser los momentos memorables de la noche, donde se materializan las juergas y descontroles de última hora. ¿Por qué no llevar esto hasta sus últimas consecuencias? Estamos cansados de oír eso de que los chinos utilizan la misma palabra para crisis y oportunidad y que la vida nos brinda estos pequeños envites para aprovecharlos de la mejor manera posible. No hablo de abrazar como a una tabla de salvación el universo hogareño para salir menos de casa y ahorrarse unas perrillas, sino de reivindicar todo lo que estéticamente podría conllevar: Fiestas de pijamas, juegos de mesa (¡y el Twister!!!), jerséis de lana de motivos navideños, albornoces y zapatillas con forma de garras de animales, pasteles y galletas horneados... ¿Por qué no? Me gusta recordar al niño de La Historia Interminable, envuelto en un edredón debajo de una mesa, encerrado en su universo mientras todo al su alrededor se iba al garete. “Ok, el mundo es una mierda, pero mi mundo no lo será.” Esa parece que empieza a ser la actitud hoy en día. Posiblemente, también sea la actitud del mañana.
Mucho se habla de la casa inteligente del futuro, en la que todas nuestras necesidades sean satisfechas de forma centralizada, y nuestras curiosidades saciadas. Se dice que serán casas listísimas, mucho más que nosotros, y que serán capaces de comunicarnos con el exterior sin que tengamos que poner un pie en la calle. Pero yo me imagino que en este futuro estaremos todos en pijama, y nuestras vidas se rodarán sin exteriores. Acabaremos por ser animales de Sopinstant y Batamanta, de maquillarse para la webcam, de edredones y albornoces caros y preciosos. Seremos mucho más manipulables. Pero también será todo más cómodo, más suave, como las entrañas de un oso Mimosín King Size. Una vida de un insustancial casi casi nihilista , pero tal y como están las cosas, a mí no me parece tan mal.
Originalmente escrito e ilustrado para Vanidad, diciembre de 2011
Poco después cerraron Megaupload y me he visto obligado a retomar el tema para este mes. Pero eso ya lo veremos...
18 feb 2012
Daniel Flúor Guy
A menudo me preguntan si le tengo un especial cariño a alguno de los personajes de Fauna Mongola. Y sí, es cierto, le tengo mucho cariño a algunos, aunque hay muchos otros que los quiero poco más que a un hijo tonto. Mi favorito, sin embargo, no llegó nunca a aparecer en el blog, sino que lo hice como un encargo sobre festivales (entre los que estaban otros tantos personajes) para Playground (muy guay su nuevo rediseño, por cierto) hace ya varios meses. No sabría decir qué es lo que me gusta de él (hasta tiene nombre, amigos: "Daniel Flúor Guy". Sí, a veces le pongo nombre a las cosas. Una vez tuve una planta que se llamaba Vanessa, pero eso es otra historia.), pero lo que sí puedo asegurar es que marcó un antes y un después en mi forma de utilizar el color en los dibujos. Aquí abajo dejo un par de dibujos de la serie, que también me hacen bastante gracia.
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